miércoles, 4 de junio de 2014

Debate sobre una realidad marginada

El lunes dos de junio, se presentó un cine debate sobre la película argentina”El Polaquito”, de Juan Carlos Lezanso. Este evento fue organizado por Rosario Ciudad Unida, una organización social de la ciudad. La película fue filmada en el año 2003, donde el país atravesaba tal vez su época más dura en el plano económico y social. La obra aborda con profundidad las lógicas predominantes en el delito urbano, mostrando las formas en que se organiza la explotación de personas y espacios públicos con la intervención de distintos agentes sociales regulados por el poder institucional y económico. El polaquito (Abel Ayala), se gana la vida cantando tangos en trenes de Buenos Aires. Este conoce a “Pelu”( Marina Glezer), una joven prostituta que es explotada y maltratada por su jefe, “el Rengo”( Roly Serrano). El personaje interpretado por Ayala, intentará sacar a la joven de esa vida atormentada pero se encontrará con obstáculos imposibles de superar, gracias a la complicidad de la policía y la ignorancia del estado. La obra no escapa jamás a la profundidad y al compromiso social. La crítica a la agencia policial se hace palpable, y se transforma en uno de los principales focos de la película. Contiene diversas escenas de abuso de poder y arreglos corruptos. El director logra impresionar al público sobre todo con una escena brutal. Durante uno de los intentos del polaquito para ayudar a “Pelu”, un policía comienza a maltratarla y el joven procede a defenderla. El agente policial decide junto con otros colegas, llevar al personaje principal a una celda vacía, donde le practicarían sexo anal y lo golpearían hasta el hartazgo. Todas estas aberraciones que debe sufrir un joven de clase baja sin recursos ni educación, lo llevan a tomar malas decisiones. La película muestra explícitamente que ante el dolor y la impotencia que sufre el niño, su única salida es caer en la droga. Es muy fuerte ver como decide si comer o drogarse, tomando esta decisión a tan temprana edad sin nadie que lo aconseje. Pero aquí reside la virtud de la película, mostrando la cruda realidad que afrontan los jóvenes marginados del sistema. Luego el director decide introducir otra mirada comprometida. Ante el hambre que sufre y el consejo de un amigo, decide salir a robar. Durante un tiroteo con la policía, su amigo muere y la vida del “polaquito” se desmorona aun más. Al momento del debate, las caras de algunas personas que asistieron variaban entre el asombro y la desolación. Sobre todo cuando se enteraron que es una historia real. La charla fue muy rica, aunque hubiera sido bueno un mayor número de asistentes. La dificultad de progresar en la vida naciendo con tanta pobreza y en un ambiente tan corrupto, fue el tópico general. Todos acordamos en que el sistema mismo conlleva a los jóvenes a delinquir y que conducen a su propia muerte temprana. También coincidimos en apreciar la selectividad con que funciona el sistema penal o el poder punitivo del estado. Solo llega a tocar a los más vulnerados y desconoce los demás delitos que hasta podrían traer consecuencias mucho más graves que un robo. La agencia policial delinque indiscriminadamente y tiene una impunidad absoluta. Es posible hacer una conexión con debates actuales en nuestra coyuntura. No pude evitar pensar en aquellos sectores de la sociedad que piden “mano dura” y bajar la edad de imputabilidad ¿Si todos conocieran la realidad que viven estos jóvenes, pensarían igual?, o ¿La conocen pero deciden mirar para otro lado de manera egoísta? Tal vez debemos comprometernos un poco más y ponernos en el lugar del otro, al igual que tener una visión crítica de las instituciones de control social en nuestro país. Vale concluir con una frase de Roberto Bolaño sobre el crimen: “El meollo de la cuestión es saber si el mal (o el delito o el crimen o como usted quiera llamarle) es casual o causal. Si es causal, podemos luchar contra él, es difícil de derrotar pero hay una posibilidad, más o menos como dos boxeadores del mismo peso. Si es casual, por el contrario, estamos jodidos. Que Dios, si existe, nos pille confesados. Y a eso se resume todo”.

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