miércoles, 2 de julio de 2014

El Eternauta, parte dos: el trazo de Breccia, la mente de Oesterheld (1969)

El Eternauta, parte dos

El trazo de Breccia, la mente de Oesterheld


Una versión maldita en pocas palabras podría decirte para que no avances más allá de estas primeras líneas, pero antes querido lector, si te dejas llevar con la mirada hasta el final de esta nota, nos vamos a introducir un poco en la lectura y análisis básico de la obra “El Eternauta”, en la cual voy a contarte específicamente sobre una edición de 1969 con dibujos de Alberto Breccia y guión de Héctor Germán Oesterheld.

Todo comienza cuando un señor mayor se encuentra en el estudio de su casa escribiendo con calma algún que otro guión de historietas que tratará sobre las aventuras de hombres valientes en el Pacífico Sur. De la nada una especie de fantasma lo asombra y hace levantar de su silla, las palabras de quien se le aparece frente a él fueron: “estoy en la Tierra supongo”. Luego este ser que apareció misteriosamente en la casa del guionista se hace identificar como EL ETERNAUTA y de ahí se empezará a contar su historia y por qué terminó allí, en ese tiempo y ese lugar específico.

A mi placer y gusto, se la puede definir como una de las historietas argentinas más importantes de la historia que chorrean ciencia ficción por todas sus viñetas pero que destaca más allá de su contenido, el contexto. La primera publicación que salió en la revista Hora Cero Semanal allá por 1957 era para un público infanto juvenil con unos exquisitos dibujos de Francisco Solano López (1928-2011) muy detallistas a la vista y con un pulcro guión de Héctor Germán Oesterheld (1919-desaparecido en 1977) pero el panorama en esta nueva publicación es diferente: estamos en el año 1969, en la edición número 201 de la revista Gente (dirigida en su entonces por Carlos Fontanarrosa) y entre tantas propagandas, chimentos, fotos y debates entre historiadores se reedita la historia pero esta vez con dos grandes particularidades a la cual temeré, bajo la semblanza de mi editor, usar con la misma palabra: el tinte político y el tinte del trazo en los dibujos.

Como si hubieras sido sacudido por la explosión de un cascarudo contra un tanque sin previo aviso mientras intentas mantenerte con vida, voy a explicarte qué quise decir: para la época de esta publicación a Oesterheld se le ocurre mantener el hilo conductor de la trama original pero teñirla con un significado más político que ficcional gracias a la ayuda de los oscuros y adultos dibujos de Breccia.

La primera re-edición de este Eternauta de la revista Gente antes de comenzar contiene una pequeña introducción titulada “Después de la violencia”, haciendo una crítica al gobierno de La Revolución (la presidencia de facto de Juan Carlos Onganía) en la cual lo tilda de dar “cabida en sus filas a dos corrientes ideológicas tradicionales de nuestra política”. Así la historia comienza con el personaje “principal” Juan Salvo jugando al truco con sus amigos, su esposa lee y su hija dibuja y en un momento se desata la nevada mortal sobre Buenos Aires. Breccia para este punto ya hizo de las suyas: un trazo no muy detallista comparado a Solano López pero sí más sombrío, apagado, desgarrador que me doy el lujo de compararlo con las tiras de Sin City de Frank Miller. Una lucha constante entre tonos blancos y negros, donde los disparos contra una pared, por ejemplo, son como manchas de agua en una hoja llena de tinta negra.

La historia no se mezcla mucho con estos esbozos, pero denota un fuerte contenido político más fuerte que su edición antecesora ya que su autor cambió notablemente en esa época su postura. Un grupo sobreviviente que lucha por su vida y su supervivencia contra los invasores que tienen el apoyo de las superpotencias nos hace acordar a nuestra historia argentina.

Pelear hasta el final por una digna existencia contra un monstruo que nunca se lo llega a conocer del todo como la trama principal pero levantando una fuerte bandera de contenidos ideológicos y unas ilustraciones siniestras con pocos gestos y mucha más representación que detalle, son la mera “crítica” por la que para muchos esta edición del Eternauta llega a ser una versión maldita, pero para quien escribe es más un diamante raro en bruto de una larga y vasta colección de la historia del cómic argentino.

Luciano Brunelli

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